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Hoy les proponemos una lista con algunos de los mejores maridajes posibles entre vinos y quesos, pero en este caso no con el objetivo de distraer a sus paladares sino con el de potenciar ambos elementos de manera que el resultado de la combinación les proporcione el máximo grado de placer. Prueben por ejemplo …
Brie y camembert – Blancos con crianza
El cava o incluso algún tinto joven también pueden funcionar, pero nada como un blanco con un ligero paso por barrica como este Via Edetana Blanc.
Münster – Blancos jóvenes y afrutados
Pruébenlo con una copa de gewürztraminer blanco de su Alsacia natal como éste de Léon Beyer y no olvidarán la experiencia.
Gorgonzola, cabrales, roquefort y otros quesos azules – Vinos dulces
Éste es uno de esos maridajes por contraste que resultan impactantes y emocionantes a cada bocado. Prueben un Stilton con un Porto como Dow’s 10 Year Old Tawny Port, o un Roquefort con un Sauternes como Kressmann Sauternes Grande Réserve .
Cheddar, gruyère, appenzeller – Tintos contundentes e intensos
Un buen cabernet sauvignon como este chileno Casillero del Diablo Reserva Privada, o un syrah como el de Viñas del Vero pueden funcionar de maravilla con las versiones más intensas de cualquiera de estos quesos.
Fresco de cabra – Blancos jóvenes y aromáticos
Nada como una copa de fresco verdejo de Rueda como el Protos Verdejo para realzar los nítidos aromas de un queso fresco.
Manchegos – Tintos con crianza de mediana intensidad
Un equilibrado tinto riojano como el Luis Cañas Crianza es la mejor opción para la mayoría de quesos manchegos. Para los menos curados, un cava como el Llopart Integral Brut Nature puede ser ideal.
Mozzarella – Cava o Champagne
Quesos frescos y cremosos funcionan de maravilla con la agilidad de las burbujas. Pruébenlo por ejemplo con este Pierre Moncuit Blanc de Blancs Hugues de Coulmet.
Ahumados – Mencía
Las habituales notas ahumadas de los tintos del Bierzo como este Hombros casan a la perfección con los quesos ahumados.
Fondue – Sauvignon blanc
Una fondue de queso requiere sin duda un vino de intensa acidez que pueda contrarrestar su graso tacto, por ejemplo el Cloudy Bay Sauvignon Blanc de Nueva Zelanda.
Gouda y Edam – Riesling semidulce
Quizás no la combinación más obvia, pero sin duda, una de las más espectaculares: pruébenlo con este riesling del Mosela, J. Haart Piesporter Goldtröpfchen Spätlese.
Feta – Moscatel seco
La cremosa intensidad y la delicada salinidad de un Feta encuentran una perfecta pareja de baile en las bondades frutales de un moscatel seco como este de Juan Gil.
Havarti – Riesling
Un riesling fresco y sin azúcar residual como este Barzen Riesling Trocken agilizará cualquier bocado de Havarti.
Cantal – Pinot noir
Un pinot noir de la Borgoña como este Cuvée Latour o incluso un tinto del Beaujolais como este Foillard Morgon Classique pueden acompañar de maravilla a este queso francés.
Parmesano – Barolo
Sólo el fuerte carácter de los vinos italianos elaborados con la variedad nebbiolo parece capaz de compensar la intensidad aromática de un buen parmesano. Hagan la prueba con alguno de los de Domenico Clerico.
Comté – Grüner veltliner
Un queso con carácter requiere un vino con carácter como este Schloss Gobelsburg Renner Grüner Veltliner. Cuanto más curado el queso, más viejo el vino.
Morbier – Marsanne
El carácter penetrante del Morbier combina especialmente bien con la medida acidez y los aromas a frutos secos de un buen blanco de marsanne como este Nicolas Perrin Crozes Hermitage Blanc.
Pecorino – Chianti
La leche de oveja del pecorino se funde con la elegancia de la uva sangiovese y, muy especialmente con un Chianti como este Fontodi Chianti Classico.
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